lunes, 17 de noviembre de 2025

LOS LABERINTOS DE LA SOMBRA de Ana Mar Moreno

 

Presentación que hice en el marco del Festival del Origen, nombramiento de Playa del Carmen en 1902, aniversario 123. Realizado por el Consejo Ciudadano de Ciencia, Cultura, y Artes de Playa del Carmen

Foro de Literatura

Conocí a Ana Mar*  hace muchos años. Desde entonces hemos compartido caminos en la lucha por el derecho a la cultura, al arte y a la inclusión. Juntas hemos creído en las utopías y, quizá, hoy podamos decir que alguna de ellas se ha hecho realidad. Verla publicar su primer libro de poemas.

 Celebro no solo su constancia, sino la revelación de una voz interior que siempre estuvo ahí, gestándose. Su escritura es un espejo de su espíritu creador, de esa fuerza silenciosa que convierte la experiencia en poesía.

Cuando leí el poema que da nombre al libro, sentí que estaba frente a su corazón más íntimo: un territorio donde la sombra y la luz dialogan, donde la palabra se vuelve refugio, y la belleza, una forma de resistencia.

Hablar de El Laberinto de las Sombras es adentrarse en una zona donde la palabra se convierte en espejo. Donde el lenguaje deja de ser un mero instrumento para narrar y se transforma en una revelación. El poema que hoy nos convoca, “La oscuridad inoculó a mi espíritu…”, nos abre precisamente esa puerta. Desde su primer verso, sentimos el estremecimiento de una voz que no teme mirar el abismo.

No es una oscuridad cualquiera: es una presencia que se introduce en el alma, la contagia, la habita. Una oscuridad que tiene paciencia, que espera su momento, que conoce el peso del tiempo y lo utiliza para corroer, para seducir, para enseñar.

“Pacientemente el caos me esperaba, en los laberintos de la sombra,
donde la inercia del tiempo me embelesó en sus paredes.”

En estos versos  Ana nos enfrenta a una imagen poderosa: el caos como amante antiguo, como algo que nos reconoce y nos espera.
El poema no describe un infierno en sí, sino una travesía interior. Es el alma, desnuda, que se descubre frágil frente a sus propios fantasmas, miedos y frente a sus pérdidas, frente a la voz de la duda.

“El vacío se nutrió de la desolación de mis manos descarnadas,
de la peste de las palabras muertas, estrelladas en el muro del silencio.”

Aquí la palabra muerta es símbolo de lo que no se dice, de lo que no se puede nombrar. Y, sin embargo, la poeta lo nombra todo: el miedo, la fe quebrada, la plegaria como último refugio. En este laberinto, la voz poética reza, suplica, se aferra a la invocación del Padre Nuestro como quien lanza una cuerda en la oscuridad a un estanque vacío.

Padre nuestro, líbrame de la noche. Se me ha metido al cuerpo una asfixia, ciñe sus fuerzas sobre mi cuello, líbrame de ella.”

El tono es de una oración desesperada, pero profundamente humana. No es una fe ciega, sino una fe herida, una fe que sangra y aun así se sostiene.
Y ese es uno de los rasgos más hermosos del libro de Ana Mar: su honestidad espiritual.

El Laberinto de las Sombras no es un poema sobre la oscuridad; es una experiencia vivida desde dentro de ella. Cada palabra parece escrita desde la respiración contenida, desde el temblor de quien atraviesa una noche del alma y, aun sin saber si habrá amanecer, sigue caminando.

La oscuridad, nos dice Anamar, es el espacio donde el alma se prueba a sí misma, donde se quiebra la certeza, donde se revela la verdadera fortaleza del ser.

En este sentido, su libro tiene resonancias místicas, pero también existenciales. Dialoga con los grandes temas de la tradición espiritual: el mal, la culpa, la pérdida, el silencio de Dios… pero los traduce al lenguaje de la experiencia humana, cotidiana, corporal.

El poema concluye con una súplica estremecedora:

“Santificado sea tu nombre. El embrujo de sus ojos se diluye burlón,
me muestra su lengua, ríe y se esfuma sobre mi cama. Líbrame del mal.”

Ese “líbrame del mal” final es una imagen prodigiosa. El Laberinto de las Sombras, Ana Mar Moreno nos recuerda que la oscuridad no es el fin, sino un pasaje. Que el miedo no es el enemigo, sino el umbral. Y que, a veces, solo atravesando la noche podemos comprender la verdadera dimensión de la luz.

Leer este libro es un acto de valentía, porque en sus páginas late la voz de una mujer que se atreve a mirarse sin disfraces, que ha descendido a sus propios abismos y vuelve con las manos llenas de fuego y palabras.

 El Laberinto de las Sombras nos invita al silencio, a la introspección, a la reconciliación con lo que somos cuando ya no hay luz que nos oculte.


Los Laberintos de la Sombra

Ana Mar Moreno

I
La oscuridad inoculó a mi espíritu

Pacientemente

 el caos me esperaba

en los laberintos de la sombra

donde la inercia del tiempo

me embelesó en sus paredes.

El vacío se nutrió de la desolación

de mis manos descarnadas

de la peste de las palabras muertas

estrelladas en el muro

 del silencio.


En los pasillos de la incertidumbre vi sus ojos

inexpresables se posaron sobre mí

me despojaron del cielo

del aire

de la tierra

de mi nombre,

del universo que construí con mis manos.

II
Una legión de tinieblas

me acecha

me acecha

en la prisión de este maleficio sin ojos

una legión.

Herida abierta por los siglos de los siglos.

La letanía en la punta de la lengua no espanta la pesadilla

no me salva de la oscuridad

que se me monta sobre los huesos

e insiste en despojarme del último resquicio de fe.

Padre nuestro

líbrame de la noche

se me ha metido al cuerpo

 me asfixia

ciñe su fuerza sobre mi cuello

líbrame de ella.


La siento caer con todas sus furias sobre mí,

colocar el peso de su eternidad sobre mi espalda

buscar mi rostro y exponer sus siete cabezas

para reírse de mi plegaria.

Santificado sea tu nombre.

El embrujo de sus ojos se diluye

Burlona

me muestra su lengua

 ríe

 y se esfuma sobre mi cama.

Líbrame del mal.

III

En los laberintos de la sombra

encontré los cadáveres de mis antepasados

me reconocí en cada uno de ellos.

Dijeron que sus pecados eran míos

y se incrustaron en mí.

Sentí el peso de sus culpas

la mancha de la sangre que llevaban en sus manos

el dolor que goteaba de sus cuencas vacías

y el placer tibio de las sábanas donde yacían cuerpos ajenos.

La noche me poseyó con su negrura

Y en complicidad de los laberintos

 los pecados desaparecieron.

*
Ana Mar Moreno es escritora, tallerista y promotora cultural con más de tres décadas de residencia en Quintana Roo. Ha participado en más de veinte antologías nacionales e internacionales y fue seleccionada por la revista Tropo a la Uña como una de las diez voces poéticas del norte de Quintana Roo (2021).

Autora del cuento La armadura de los vegetales, seleccionado para su publicación por Ediciones Momo, ha coordinado el Festival Internacional de Poesía “Palabra en el Mundo”, Acción Poética Playa del Carmen, y es fundadora de Los Literatos Riviera Maya y de la Sala de Lectura La Hojarasca. Ha sido mediadora de lectura  por Instituciones nacionales y estatales  en diversos programas.

Presentación que hice en el marco del Festival del Origen, nombramiento de Playa del Carmen en 1902, aniversario 123. Realizado por el Consejo Ciudadano de Ciencia, Cultura, y Artes de Playa del Carmen

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