domingo, 8 de marzo de 2020

TODOS DEBERÍAMOS SER FEMINISTAS

Muchos me conocen por lo que hago ahora como Promotora Cultural y "Enlace de Participación Social" con Organizaciones de la Sociedad Civil, pero mi historia, como la de todos, está compuesta de muchas historias:   17 años antes de llegar a Q. Roo, mi esposo y yo  tuvimos una empresa de cerámica en barro y yo  como diseñadora y artista hacia también obras de arte especiales. 
Hace poco viajé a la CDMX, y fui a la casa que dejamos hace 16 años huyendo de la complicada vida citadina. Y fui, porque quería regalarle a mi hija unas obras de arte mías, 2 platos de cerámica  que se llaman "Mujer Abierta y Mujer Cerrada" que estaban en una de sus paredes; una vez instalados en la pared del apartamento de mi hija, uno de ellos cayó estrepitosamente y quedo hecho añicos por el piso. Quedé impactada por lo sucedido, porque días antes mi hija y yo nos habíamos sentido impotentes, tristes, enojadas y decepcionadas por los  recientes femicidios, de Abril, Fátima y tantas mujeres que son asesinadas simplemente por ser mujeres.
Cuando vi aquel desastre, pedazos de mi "Mujer Abierta" por el piso, conmocionada y  con lágrimas en los ojos exclamé ¡La Mujer está Rota!
La reacción de mi marido fue proponer  enfático- ¡vamos a repararlo!- sentí que aquello sería imposible, estaba desolada  pero al mismo tiempo comprendí que todo aquello era muy significativo…sobre todo para mi estado de ánimo.
Mi hija y yo, recordamos la icónica novela de Simone de Beauvoir, 1967, que lleva el mismo nombre La Mujer Rota. ¡Imagínense! ya entonces una feminista como Simone de Beauvoir, relata en sus tres historias a mujeres   con el hilo conductor de la presencia de ellos, y la sensación de sus protagonistas de haber pasado por la vida, sin vivirla.  
Simone de Beauvoir decía, en su famoso ensayo, El Segundo Sexo, que “la mujer” era una construcción social cultural; madre, esposa, hija o hermana. Ella propone a las mujeres la reconquista de su propia identidad desde su criterio…  resumiéndolo en su célebre frase “no se nace mujer, se llega hacerlo”.  
Mi marido que, en algún momento de su vida cósmica debió ser restaurador, recogió todos los pedazos y con paciencia comenzó la tarea de restauración; fue colocando pieza tras piezas, como un rompecabezas, días descifrando la obra que poco a poco tomó forma. Obviamente había cosas irreparables, pero con un poco de masa y goma, adquiría una nueva personalidad; como dicen los japoneses que las reparaciones son parte de la historia de un objeto, no para ocultar sino para incorporar, poniendo de manifiesto su transformación.
Toda esta anécdota me llevó a reafirmar lo que pienso del feminismo… todos, hombres y mujeres debemos ser feministas, porque de que serviría una balanza inclinada solo hacía un lado.  Difícilmente podría contener algo.   Desde niños, a mujeres y hombres nos educan con una cultura machista tanto mujeres , como hombres. Aun cuando pensamos que ahora es diferente… ejemplos hay muchos:  el sueldo que se dispone para un empleado hombre o al de una mujer, como en el caso de las mujeres futbolistas; o el domingo que se le da al hombre, es mucho mayor que el de la mujer,  el sacarlo de las cocinas para que no estorben. Darles las gracias cuando cambian un pañal, como si no fuera también su responsabilidad; expresiones como “aguántese” cuando quiere llorar si reciben un golpe; los llenamos de miedo a ser débiles, a ser vulnerables, a ser gentiles…
Ciertamente la violencia desatada contra las mujeres, tiene origen en la educación que se le ha dado a los hombres, como  el proveedor, el que tiene el poder basado en el dinero que aportan… pero que, hoy en día,  no está pudiendo desempeñar el rol que le asignaron, por  la pobreza y  la precariedad  de la vida,  la falta de oportunidades… al contrario, tiene que aceptar la ayuda de las mujeres sus parejas, hijas, madres y que, al hacerlo,  ellas también adquieren derechos. Derechos que no quiere compartir donde sus frágiles  egos están amenazados. Los que evolucionan con el nuevo orden de las cosas, avanzan, los que no, se rebelan y llegan hacer cosas atroces a las mujeres que los rodean, aun cuando sean las madres de sus hijos.
Toda la sociedad debe entrar en una profunda reflexión, pues entre más ascendemos en los puestos de poder y decisión, menos mujeres encontramos; los mejores sueldos, las mejores oportunidades, las siguen teniendo los hombres… no obstante   las mujeres representamos el 52 % de la población del mundo. Y sí… somos diferentes, nuestros órganos son diferentes, la manera como vemos las cosas, la forma de hacerlas, las prioridades. Valdría la pena que se abran los espacios, que haya equidad de géneros en todos los ámbitos para un mundo mejor.
Ver a mi compañero de 45 años inclinado reconstruyendo las piezas de mi plato cerámico me trajo la imagen perfecta de lo mucho que pueden aportar los hombres en este trabajo de reconstruir, de suturar heridas, de crear nuevas oportunidades y expectativas para las mujeres, basadas no en el género, sino en las capacidades, necesidades,  habilidades e intereses. 
Quisiera terminar con las ideas de la escritora feminista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie:

Todos deberíamos ser feministas