Acostumbrada a despertar
por el trino incesante de los pájaros, de los graznidos escandalosos de las chachalacas,
en estos días he despertado por no oírlos.
La lluvia cae hace semanas, me despierto
pensando en donde están, debajo del follaje de los árboles, estoicos esperando
que pase el chaparrón para secar sus alas, volar y trinar. Siempre pienso que las circunstancias
externas, en mucho se parecen a las internas. México sumido bajo
el agua, por todas las costas. A estas alturas muchos de los ríos se salieron
de su cauce arrasando a su paso lo que encuentra, llenándolo todo. Y nuestros gobernantes celebrando el grito de la independencia aun
cuando la realidad es que esa ya no existe en este momento histórico de la
humanidad en que todos dependemos de todos. Una televisión que nos vende los
sueños como el que la selección de futbol nacional es un compendio
de maestros, a quienes deberían hacerles también la
prueba del servicio profesional por lo que les pagan, sin duda lejos de lo que reciben los maestros que enseñan día a día en su salón de clase
al México de mañana, o la difusión mediática montada para la pelea del Canelo y Mayweather
, el primero enviado al matadero con el
solo propósito de un beneficio económico para todos los que se benefician, en su inconsciencia
de sus 23 años , y el otro con la mirada perdida en su gloria, comiendo chicle desenfadado
protegido a propósito por dos gigantes
parodiando su pequeña
apariencia, al mismo tiempo temible y poderosa. Danza
de millones de unos pocos… espectáculo que
me recordó las luchas a muerte en el coliseo romano. Mientras el país
sumido en una parálisis económica, en el
caos de la educación, de la reformas fiscal y energética…, que solo beneficia a
los inmensamente ricos y al aparato burocrático que no tiene fin. Y... a la clase
que nos toca trabajar para vivir, que nos toca reinventarnos con creatividad, ser emprendedores sin recursos,
no tenemos salida sino la de cada día
viendo cómo ser parte de un pastel que
se comen otros, con una economía cada vez más pulverizada por los gastos médicos,
por los seguros, por los intereses, por las leyes laborales, empleados destinados a cargar sobre la espalda los
fardos de los demás. ¡Ahora que pase el chaparrón! a pagar impuestos por colegiaturas, por las hipotecas,
por las mascotas, y toda aquella letra chiquita que no luce en los discursos.
¿Porque callan los pájaros? estoicos, debajo de las ramas, de las hojas
esperando que pase el chaparrón…
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